El artículo subtitulado :
Los docentes vallisoletanos nominados a los premios a los mejores critican el exceso de papeleo y valoran la profesionalidad de los educadores en la región
Puedes ver el artículo completo en El Norte de Castilla
A Matilde Bustamante se le viene una pregunta a la cabeza cuando empieza a ver el papeleo rondar alrededor. «En Infantil casi no nos toca, pero nos salpica porque si el centro entero está atacado y el equipo directivo haciendo documentos, nosotros también estamos rellenando casillas... ¿Y yo cuándo bailo?». Porque Infantil es eso. Es atender a niños de 3 a 5 años, «que algunos llegan con dos añitos aún», y con sus padres en la puerta más nerviosos que ellos. «Muchos padres llegan temerosos porque sus niños tienen en algunos casos dos años. Y lo que tú transmitas a las familias es determinante. Ese empujoncito que mis compañeros dicen que es necesario nosotros lo obtenemos de las familias casi a diario, porque son niños muy pequeños, tienes contacto continuo con las familias, hablas... Y llega un niño y te da un abrazo. Y te sirve. Esa criatura ya te tiene», dice.
Infantil tiene su propia complejidad, como todo. «Ahora estoy en un punto en el que por fin toda esa formación de años la tengo muy encajada en mi quehacer diario», reflexiona Matilde, que al mismo tiempo explica que cada día tiene que programar la jornada del día siguiente. Porque los niños son flexibles, y hay que flexibilizarse con ellos. «Los alumnos son todos distintos y no vale llegar y meterlos a todos en el mismo saco. Yo programo de un día para otro porque a veces sucede algo y quiero tirar de ello porque en ese momento es el estímulo que encuentro. Y me adapto a ello y me aparto de lo previsto. O dejas actividades porque notas que los niños ese día 'no están'. Tienes la programación y tus objetivos, pero cada día preparas de nuevo». A esta profesora le entran, dice, «los siete males», cuando comprueba que en Primaria se imponen los currículos, los contenidos, en niños que aún necesitan otras cosas. Como esas asambleas que tanto agradecen con cinco años y que, de pronto, desaparecen cuando ni siquiera han cumplido seis. «En Primaria ya te ves obligado a ceñirte a la asignatura. A mí me dan los siete males cuando llegan a Primaria y ya están en las mesas, con sus exámenes, y no hacen asambleas».